Con este tipo de placas, más conocidas por su nomenclatura inglesa breakout boards, se buscan dos objetivos principales:

  1. Evaluar los circuitos integrados. Se puede comprobar su potencial idoneidad para una aplicación dada antes de diseñar una placa de circuito impreso más compleja con ellos.
  2. Ser capaces de prototipar una versión de la aplicación final con menor inversión inicial y menos riesgos. Este tipo de placas evitan de cierta manera los problemas existentes a la hora de prototipar circuitos electrónicos, ya que cada vez es más común que los circuitos integrados vengan en encapsulados de montaje superficial (SMD) con una caja o encapsulado (footprint) cada vez más pequeño, y poco manejable para pinchar en placas de prototipado rápido (breadboards). Aunque las prestaciones en este caso podrían ser peores que las de una versión en una placa de circuito impreso final bien diseñada (principalmente debido al ruido generado en los contactos, más importante según las placas se van desgastando con su uso corriente), un montaje en una placa de prototipado puede dar al diseñador una idea de los resultados que se podría esperar tras desarrollar la placa de circuito impreso final.

Las placas de prueba (también denominadas a veces «de evaluación») suelen ser bastante sencillas, conteniendo normalmente el circuito integrado (IC por su nomenclatura inglesa, CI por su nomenclatura española) en sí, junto con los circuitos auxiliares considerados mínimos para operar dicho circuito integrado en unas condiciones buenas a óptimas, junto con los terminales de conexión necesarios para acceder a los terminales (pin) de dicho IC.